viernes, 26 de febrero de 2010

El FESTEJO DEL BICENTENARIO O UNA FIESTA DE QUINCEAÑERA.

Estamos en el famoso año del bicentenario, en el que celebraremos con bombo y platillo los 200 años de Independencia de España y de paso, los 100 años de la Revolución, pero ¿A ciencia cierta que festejamos? O dicho de otra forma ¿Debemos festejar algo cuando el país vive uno de sus períodos más álgidos, cuando más de la mitad del país vive en pobreza extrema y la violencia permea a todos los niveles de la sociedad? Entonces –y valga la expresión muy nuestra- ¿Qué chingaos festejamos?
Quiero ilustrar esto con un ejemplo.
Supongamos que una chica cumple sus quince años. Cuando nació, su padre se emocionó, pero también se preocupó ¿Cómo la mantendría, cómo la educaría? Él jamás había tenido hijos, no sabía que hacer y bien dicen que hay quien no nace para ser padre…
La niña nació y el padre no tenía ni para pañales y tampoco se le ocurrió hacerle algunos con pedazos de tela. La niña creció y el padre con el poco dinero que obtenía de su mal pagado trabajo en lugar de procurarle una buena alimentación y estudios decorosos –para que tuviera un mejor futuro que el que él tuvo- se gastaba todo con sus amigos en cosas que lo beneficiaban a él y a sus allegados, pero no a su familia o a su hija. Eso si, le procuraba un domingo pequeño para que no se quejara de que no le daba nada.
Bien pudo meterla a una escuela privada, pero ¿Para qué? La inscribió en una de gobierno y lo que se ahorró, lo utilizó en el pago de sus lujos: celulares, restaurantes, viajes de fin de semana…
La niña enfermó y en lugar de buscar un buen plan médico, le inventó un seguro popular que para maldita la cosa servía.
En el departamento rentado en donde vivían, dejó de pagar la seguridad y dispuso de una cerradura muy fácil de abrir; eso sí, muy barata. ¿Para qué iba a gastar en seguridad, si no pasaba nada, su barrio en la colonia México era muy seguro? La cosa es que un día el barrio se llenó de malvivientes que molestaban constantemente a la ya casi señorita y por si esto fuera poco, entraron a su pobre departamento y se llevaron las cosas de la niña, inclusive sus más íntimas prendas. Ella ahora vive con el temor de un asalto, un secuestro o algo peor, ya que la zona cada vez es más violenta.
Total que la niña creció con una educación deficiente, un mal servicio de salud y poca seguridad. La chiquilla va a cumplir 15 años y sabe que el papá está dispuesto a endeudarse hasta con la cubeta para hacerle una magna fiesta por tal acontecimiento.
Ella, no quiere la fiesta, desea que le pague la inscripción a una buena escuela, que de conseguir una beca por aprovechamiento ya se encargará ella, ya que es buena alumna, o que le compre un seguro médico adecuado o que le cambie la cerradura al departamento para tener mayor seguridad y que pague el mantenimiento por seguridad para que regrese el policía que cuida la zona. Es decir, la niña está creciendo y quiere algo que la ayude a ella y a su familia para asegurar un mejor futuro con educación, salud y seguridad y no una fiesta de quince años.
El padre, sin embargo, está necio y no escucha consejos. Él va a celebrar como se merece a su hija. Para esto ya invitó a sus amigos, compadres y compañeros de trabajo. Gente que su hija ni conoce ni tratará jamás. Contrató a la orquesta más cara, que tocará música que la hija nunca ha escuchado y el servicio de comida es único, aunque servirá alimentos a los cuales la niña es alérgica y por tanto no podrá disfrutar.
En pocas palabras, la festejada no podrá disfutar de su fiesta. Un grupo de desconocidos vendrá a celebrarla y luego se marcharán hablando de todo lo que gastó papá “Gobierno” –que así se llama el padre de la niña- y de lo infeliz que se veía su hija “Pueblo”.
Papá se sentirá orgulloso, porque se codeará con los mejores y más altos jefes de estado y demostrará al mundo ¡Quién es México Cab..!
La hija en cambio, triste, aburrida y temiendo que jamás obtendrá lo que ella en verdad necesita y con lo cual hubiera sido feliz: Educación, Salud y Seguridad, solo espera el día en el que pueda abandonar ese mal llamado hogar y lograr su independencia, una verdadera independencia muy lejos de la podredumbre en la que ahora vive en la búsqueda de un mejor futuro…

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