viernes, 26 de febrero de 2010

El FESTEJO DEL BICENTENARIO O UNA FIESTA DE QUINCEAÑERA.

Estamos en el famoso año del bicentenario, en el que celebraremos con bombo y platillo los 200 años de Independencia de España y de paso, los 100 años de la Revolución, pero ¿A ciencia cierta que festejamos? O dicho de otra forma ¿Debemos festejar algo cuando el país vive uno de sus períodos más álgidos, cuando más de la mitad del país vive en pobreza extrema y la violencia permea a todos los niveles de la sociedad? Entonces –y valga la expresión muy nuestra- ¿Qué chingaos festejamos?
Quiero ilustrar esto con un ejemplo.
Supongamos que una chica cumple sus quince años. Cuando nació, su padre se emocionó, pero también se preocupó ¿Cómo la mantendría, cómo la educaría? Él jamás había tenido hijos, no sabía que hacer y bien dicen que hay quien no nace para ser padre…
La niña nació y el padre no tenía ni para pañales y tampoco se le ocurrió hacerle algunos con pedazos de tela. La niña creció y el padre con el poco dinero que obtenía de su mal pagado trabajo en lugar de procurarle una buena alimentación y estudios decorosos –para que tuviera un mejor futuro que el que él tuvo- se gastaba todo con sus amigos en cosas que lo beneficiaban a él y a sus allegados, pero no a su familia o a su hija. Eso si, le procuraba un domingo pequeño para que no se quejara de que no le daba nada.
Bien pudo meterla a una escuela privada, pero ¿Para qué? La inscribió en una de gobierno y lo que se ahorró, lo utilizó en el pago de sus lujos: celulares, restaurantes, viajes de fin de semana…
La niña enfermó y en lugar de buscar un buen plan médico, le inventó un seguro popular que para maldita la cosa servía.
En el departamento rentado en donde vivían, dejó de pagar la seguridad y dispuso de una cerradura muy fácil de abrir; eso sí, muy barata. ¿Para qué iba a gastar en seguridad, si no pasaba nada, su barrio en la colonia México era muy seguro? La cosa es que un día el barrio se llenó de malvivientes que molestaban constantemente a la ya casi señorita y por si esto fuera poco, entraron a su pobre departamento y se llevaron las cosas de la niña, inclusive sus más íntimas prendas. Ella ahora vive con el temor de un asalto, un secuestro o algo peor, ya que la zona cada vez es más violenta.
Total que la niña creció con una educación deficiente, un mal servicio de salud y poca seguridad. La chiquilla va a cumplir 15 años y sabe que el papá está dispuesto a endeudarse hasta con la cubeta para hacerle una magna fiesta por tal acontecimiento.
Ella, no quiere la fiesta, desea que le pague la inscripción a una buena escuela, que de conseguir una beca por aprovechamiento ya se encargará ella, ya que es buena alumna, o que le compre un seguro médico adecuado o que le cambie la cerradura al departamento para tener mayor seguridad y que pague el mantenimiento por seguridad para que regrese el policía que cuida la zona. Es decir, la niña está creciendo y quiere algo que la ayude a ella y a su familia para asegurar un mejor futuro con educación, salud y seguridad y no una fiesta de quince años.
El padre, sin embargo, está necio y no escucha consejos. Él va a celebrar como se merece a su hija. Para esto ya invitó a sus amigos, compadres y compañeros de trabajo. Gente que su hija ni conoce ni tratará jamás. Contrató a la orquesta más cara, que tocará música que la hija nunca ha escuchado y el servicio de comida es único, aunque servirá alimentos a los cuales la niña es alérgica y por tanto no podrá disfrutar.
En pocas palabras, la festejada no podrá disfutar de su fiesta. Un grupo de desconocidos vendrá a celebrarla y luego se marcharán hablando de todo lo que gastó papá “Gobierno” –que así se llama el padre de la niña- y de lo infeliz que se veía su hija “Pueblo”.
Papá se sentirá orgulloso, porque se codeará con los mejores y más altos jefes de estado y demostrará al mundo ¡Quién es México Cab..!
La hija en cambio, triste, aburrida y temiendo que jamás obtendrá lo que ella en verdad necesita y con lo cual hubiera sido feliz: Educación, Salud y Seguridad, solo espera el día en el que pueda abandonar ese mal llamado hogar y lograr su independencia, una verdadera independencia muy lejos de la podredumbre en la que ahora vive en la búsqueda de un mejor futuro…

miércoles, 24 de febrero de 2010

ITARI





Este es un poema que escribí para mi hija, espero que les guste.

ITARI

Niña hermosa que Dios me ha dado
Llena mi vida con sus encantos
Franca sonrisa sin aspavientos
Con su mirada me deja muerto.

Es muy traviesa y parlanchina
Es juguetona y buscapleitos
Es tan bonita que yo no puedo
Ni regañarla ni hacerle muina.

Yo se que a veces ella aprovecha
Las circunstancias y lo disfruta
Porque bien sabe
Que lo que quiera
Se lo ha ganado con su sonrisa.

La quiero mucho, ella es mi vida
Es tan hermosa como su madre
Y el mundo sabe que yo sin ellas
No sería nadie, no lo sería.

Tiene carácter, es muy ladina
Su picardía es su alimento
Cuando se enoja
Ya tiembla el mundo

Es tan pequeña
Y nunca crece
O así la veo
Ella es mi nena

La que me quiere, la que me llega.
Que nunca cambie es lo que pido
Ni su sonrisa, ni su sentido
Con su carácter y su bullicio
Ella es mi vida, ella es mi mundo.

RECUERDO DE MI PADRE


Les comparto un texto que escribí a mi padre hace algunos meses cuando cumplió un año más sin tenerlo en mi vida.


Con sus bondades, con su sonrisa, siempre alegre, siempre presente en mi vida. Con sus alagos y sus alientos, la palmadita, el cariño y la caricia. Así era mi padre, al que recuerdo, al que añoro.
Mientras soñaba ser como él, tuve que empezar a ser simplemente yo. Un día me lo arrebataron de mi vida. Tenía apenas 11 años cuando él, joven aún, moría.
Fue un golpe muy duro, tan duro que a mis 40 aún no me repongo de no tenerlo, de no contar con su presencia.
Que difícil resulta para un niño perder a su padre, a su figura, al ídolo, al amigo, al que siempre te guía. Al que amas sobre todas las cosas y que cada mañana tiene para ti una sonrisa.
No se si ahora soy como él o simplemente soy como soy. Si tengo algo que me heredó o sólo el recuerdo de su bondad.
Espero ser a mis hijos lo que él fue conmigo. Y aún mejor. Espero que exista un cielo y desde él su bendición me otorgue y que a mis hijos les regale una caricia y una sonrisa, para que ellos, desde su corazón, conozcan al mejor abuelo, al gran padre, al mejor amigo que la vida me dio.

martes, 23 de febrero de 2010

FÚTBOL Y MEDIOS

Les comparto una parte de la conferencia que dicté en la Ibero dentro del Diplomado de Deporte y Medios hace unas semanas.

El fútbol y los medios.

Dime, poeta:
Si el mundo es como un balón
redondo por la ilusión
de llegar pronto a su meta:
¡Vale la pena jugar! Silencio del ultramar,
luna llena…
mar serena;
viejo amigo
en secreto te lo digo,
¡que lo que vale la pena
es ganar!

J.M Péman



En el mundo del futbol, la ilusión de cada semana es ver como gana nuestro equipo. El transcurso de un partido se llena de sentimientos: pasión, emoción, nervio, muchas veces desilusión… Después del encuentro, tal parece que se cae en una desolación, el vocerío se pierde, algunas porras por el ganador; los aficionados cuyo equipo ha perdido, completamente mudos. Son minutos eternos de silencio. No hay nada que decir cuando el equipo no obtinene los tres puntos.
Cada encuentro visto por televisión o escuchado por radio, por más aburrido que sea, se convierte en gesta heróica si el narrador o el comentarista encuentran el lenguaje exacto para describir cada jugada, aunque se caiga en la exageración. ¿Quién no recuerda al gran Ángel Fernández, quien convertía simples partidos en épicos campos de batallas?
El futbol da para mucho más que los noventa minutos que dura sobre la cancha. A lo largo de la historia en la que se ha visto presente, se le ha dedicado prosa y verso para hablar de sus virtudes, cualidades y también defectos; de esto, se ha escrito mucho, aunque nunca lo necesario.
Nadie se resiste al futbol, ni la historia con sus graves problemas de razas o religiones, ni la política o las clases sociales. Jean-Philippe Rethacker escribió sobre la popularidad del futbol:
“Así pueden verse reunidos bajo un mismo uniforme de club o de la selección nacional al católico intransigente y al antiguo comandante del ejército húngaro comunista, al protestante austero y al israelista practicante, al negro descendiente de los esclavos africanos y al blanco hijo de colonos portugueses, al futuro médico y al fontanero, al abogado alejado de su bufete y al aldeano privado de su carreta, al cura de parroquia y al concejal más anticlerical… Un balón basta para destruir todas las contingencias, todos los más extraordinarios principios…” Basta meterlos a una cancha y a jugar. El futbol no entiende de idiomas ni de contrariedades.
El fútbol se ha convertido en parte intrínseca de nuestras sociedades. Es la bandera de la cultura popular sin importar las clases sociales; es un fenómeno de tal magnitud, que en muchas ocasiones es usado y abusado por políticos para sus campañas, no resulta trillada la vieja frase romana: “Al Pueblo pan y circo”.
Lamentablemente, el fútbol en los últimos 30 años también ha sido utilizado de manera exagerada y desmedidad por los medios de comunicación. Cada día encontramos mil variantes de un solo tema y aunque la libertad de expresión es necesaria, a veces se cae en un libertinaje tal, que termina perdiendo la esencia del deporte.
Pero no siempre fue así.
Hacia finales del siglo XIX y en los inicios del ya lejano siglo XX, cuando arribó el fútbol a nuestro país, este ni siquiera era seguido por los medios existentes en ese entonces. Eran muy pocos en verdad los que prestaban atención al nuevo deporte que llegaba de tierras lejanas.
Sin embargo, siempre ha habido visionarios que ven más allá de los demás y uno de ellos fue John Cornyn, quien el 7 de septiembre de 1896 registró un periódico muy diferente a todos los existentes hasta ese momento: The Mexican Sportman.
Esta publicación, visionaria en verdad, comenzó a registrar todo lo que consideró de valía sobre las actividades referentes al deporte.
Antes que ellos, algunas notas en Two Republics, el Monitor Republicano, en el Mundo o en el Sglo XIX era todo lo que teníamos sobre deporte. No había más.
¿Porqué el deporte comenzaba a ser interesante en un país como el nuestro que era gobernado por un dictador?
¿Porqué 1896 es tan importante para la historia deportiva de México y no solo ella si no para otros acontecimientos importantes?
Vayamos más atrás, de aquellos años de finales del siglo XIX.
Tras mantenerse bajo el yugo de España durante la Colonia, la vida diaria se ve seriamente afectada en nuestro naciente país, ya que durante un largo período existió un entorno de conflicto, tanto en lo social como en lo político.
Una vez que la Nueva España decidió independizarse de la Península Ibérica, las luchas encarnizadas, primero en contra de los mismos españoles, luego contra norteamericanos y franceses, hicieron de México un país muy dispar comparándolo con gran parte del mundo que, por aquellos años, vivía ya una modernidad diferente. Esto, trae consigo que inclusive la evolución histórica de las actividades físicas, también se vea afectada.
Si durante el Siglo XIX los deportes se crearon y desarrollaron en otras latitudes, especialmente en países como Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, en el nuestro se luchaba apenas por constituirse como nación y las luchas constantes por el poder persiguieron prácticamente toda la centuria.
Una vez independizados, fue tal la inestabilidad política y social que más de 30 presidentes desfilaron en la misma cantidad de años. Las rebeliones y los golpes de estado se hallaban a la orden del día y si por si esto fuera poco, las guerras contra Francia y Estados Unidos vinieron a dar al traste con un México que aspiraba a ser una nación del mundo moderno.
Mientras en países como Inglaterra el deporte se consolidaba, nacían reglamentos e inclusive se profesionalizaba, México se mantenía rural, en donde la principal actividad deportiva en forma involuntaria, seguía siendo la charrería a través de los chinacos y rurales que buscaban defender los pocos espacios defendibles y en donde el hombre a caballo jugaba un papel vital tanto en las luchas intestinas, como en el incipiente mantenimiento de la paz.

Y, como grandes ballenas
llegaron barcos de hierro,
en su mayoría ingleses,
corceles del mar, intrépidos.

Al toparse con los muelles,
salían los fogoneros
del fondo de las hornallas
a emborracharse de cielo,
mostrando bustos, desnudos,
blancos, potentes y bellos.

Con los tatuajes azules,
entre la fronda del pecho,
con ojos como engarzados
por humo, carbón y sueño.

Asomaban a la borda
y miraban, a lo lejos.
Y, detrás de una pelota
se echaron a andar contentos.

El espacio desolado
y antigua charca del cieno,
se fue llenando de gloria
porque los hombres aquellos,
rebosando calorías,
hijos del rayo y eléctricos,
vistiendo calzones cortos y
unos bigotes tremendos,
con pecas y pelirrojos
-y los calvos con sombrero-
reconquistaron su infancia
corriendo a la par del viento.

Siempre detrás de la pelota,
aplanaron los terrenos
de la dramática ciénaga
que el sol cuajara resecos.

La ciudad salió curiosa
y se acercó para verlos;
para imitarlos, más tarde
y no olvidar su modelo.

Yo he visto nacer el futbol
a la vera de San Telmo,
y los ingleses honrados
llamaron fiel al terreno
que les devolvió la gloria
de verse niños y eternos..
Vizconde de Lazcano Tegui

Tendría que llegar el porfirismo (1877-1911) para que nuestro país tratara de manera más real de entrar a ese mundo de modernidad que le permitiría entre otras cosas, el tener el tiempo libre para la realización de los deportes.
Porfirio Díaz, entendió que la nación sufría de un atraso impresionante en comparación a otras, tanto en lo social y político, como en lo comercial y tecnológico, por lo que se abrió al mundo e intentó atraer capital extranjero para poder modernizar a este país. Con el debido manejo de relaciones internacionales, llegó capital europeo, mayoritariamente francés e ingles y por supuesto, americano, al lograr préstamos e inversión de empresarios de los Estados Unidos.
Durante este período, el deporte entraría por fin a la palestra mexicana y cobraría poco a poco gran fuerza. La llegada no sólo de capital, sino de hombres tratando de hacer su vida en nuestro país, ayudaron mucho a esto. Al respecto Ciro Cardoso comenta
“La migración funcionaba como válvula de escape al crecimiento demográfico europeo, contribuía decisivamente al desarrollo económico de Estados Unidos, y difundía en muchos países los hábitos de consumo y los patrones de vida europeos”.
La influencia británica de los deportes grupales y sus reglamentos incluidos, comenzó a propagarse a finales del siglo XIX y principios del XX, especialmente a través del fútbol.
En gran parte de Europa surgieron los clubes deportivos y en México, país que buscaba imitar todo lo que proviniera del viejo continente, no fue la excepción.
La última década del siglo XIX mostraba un progreso significativo si tomamos en cuenta que el país, tantas veces devastado, había cimentado un acercamiento a la modernidad a través de la tecnología más importante de la época: la locomotora. Miles de kilómetros de vías ferreas inundaron regiones antes inhóspitas y los extranjeros, deseosos de conquista, aceptaron la invitación del gobierno mexicano para explorar, conocer y modernizar al México del porfiriato.

Grandes inventos hacían su aparición: el fonógrafo, el cine y la luz eléctrica asombraban a propios y extraños. Nuestro país intentaba mostrarse al nivel de las más destacadas ciudades europeas, con las ventajas del primer mundo y la modernidad del ya cercano siglo XX. Y es, justamente en 1896 cuando la luz eléctrica y el cinematógrafo, dos de los grandes inventos de la humanidad llegan a nuestro país, pero también los primeros balones de fútbol.

Los países imperialistas, en lo deportivo heredaron dos grandes legados: la competencia organizada y el deporte de grupo.

Norteamericanos, franceses, alemanes e ingleses llegaban cargados de las más espectaculares novedades buscando en el suelo mexicano una oportunidad para hacerse ricos y sentar reales. Entre todo aquello que ingresaban a nuestro país, no solo existían las cosas materiales, sino también aquellas que reconfortaban al cuerpo y al espíritu.

Los mexicanos, poco aficionados a los deportes, comenzaron a descubrir en estos una forma de ejercitar el cuerpo, de hacerse de nuevos amigos, pasar un rato divertido, y sobre todo, matar el tiempo libre que la paz porfiriana les ponía enfrente.

La entrada del deporte como forma de modernidad, pretendía entre otras cosas, el de acabar o desplazar a las tradiciones culturales ya existentes, como algunos deportes prehispánicos que todavía se practicaban o los españoles que ya eran vistos también como de bárbaros. Obviamente, este mensaje llegaba a las clases altas, porque los peones, obreros y campesinos, mucho distaban de poder practicar uno de estos deportes, de pertenecer a un club o tan siquiera de tener el tiempo libre que sí ostentaban las clases pudientes.

El deporte, “símbolo de sofisticación y estatus”, como bien le llama Arbena, en su obra Significado y alegría en el deporte en América Latina, sirve para demostrar que el país y sus grupos selectos, ya han entrado a la modernidad mundial. Uno de los deportes que más gustó fue el de montar bicicleta.
El porqué en esos años la bicicleta fue de los deportes más aceptados por las clases más pudientes, tiene también su razón de ser. México se acercaba al progreso a través de la tecnología, la mejor manera de dejar de sentirse rural y pasar a ser un citadino de la gran urbe, era cambiando el caballo por la bicicleta, algo más lenta que el equino, pero por supuesto más moderna y más chic.
Los paseos ciclistas, el tenis y el golf se convirtieron en los deportes de moda. El beisbol y el atletismo también tuvieron sus grandes espacios. Se crearon diversos complejos, academias y centros dedicados cien por ciento al deporte; así surgió el Reforma Athletic Club en donde el críquet y el tenis eran la única atracción; el Contry Club de Churubusco y el Contry Club de Reforma, creado por norteamericanos, dedicaba sus instalaciones especialmente al gol y al béisbol. Nace el Bicycle Riding School, aprovechando el furor que causó, promoviendo el uso de la bici y los paseos en familia; también se funda en el lago de Chalco el Club de Regatas y Remo, creado por norteamericanos y mexicanos de alta alcurnia.
Frente a estas perspectivas, el gusto de los mexicanos se diversificó ante las diferentes propuestas deportivas.

Según la clase social se accedía a ellas, aunque a finales del siglo XIX parecía que los ricos eran los únicos que tenían el tiempo y el dinero para practicar en forma un verdadero deporte, las clases bajas poco conocían del "placer y confort" que el deporte aportaba "en cada uno de nosotros" como se leía en un artículo de la revista The Mexican Sportsman.
Y si bien algunos clubes deportivos comenzaron sus actividades pocos años atrás, los principales curiosamente inician en 1896. Y es ese año, cuando también llegan los primeros balones a nuestro país. Fue por Veracruz. Eran unos balones ingleses de cuero y cocidos a mano con una cámara de vejiga de cerdo en el interior y con una agujeta o tiento.
Cuando se recibieron estos balones en la aduana, solicitados por ciudadanos ingleses que residían en México, los empleados que los desembarcaron no tenían ni la menor idea de para que servían y sólo se limitaron a observarlos con cierta curiosidad. Estos balones, fueron a parar a diversos colegios ingleses y franceses de la capital y ahí los padres se arremangaban la sotana tratando de enseñar a algunos jóvenes, el arte de las patadas al mágico balón de cuero.
Se calcula que en la capital, hacia 1898, no había más de cuarenta futbolistas, todos ellos ingleses pertenecientes a los colegios. La revista The Mexican Sportsman aseguraba lo siguiente unos meses después:
“Aunque nunca ha alcanzado buen éxito aquí, hay, sin embargo, un buen número de amigos de ese sport en la ciudad. De tiempo en tiempo, los muchachos de los colegios ingleses de Mixcoac y Tacubaya hacen esfuerzos por organizar un partido, pero tales esfuerzos no han dado fruto, principalmente porque no ha habido competencia que levante entusiasmo”.
Como ya dije antes, sin lugar a dudas, The Mexican Sportman es la primera referencia que tenemos de una publicación netamente deportiva y es la que nos abre un panorama de lo que nos interesa para conocer parte de los orígenes del deporte en México, pero sobre todo, por lo menos en mi caso, del fútbol.

The Mexican Sportsman, tenía apenas unas cuantas páginas y era una edición bilingüe, con un tiraje semanal en su momento cumbre de 2,000 ejemplares y aunque duró algo más de una década, se conservan muy pocos ejemplares de la misma, casi todos resguardados en la Hemeroteca Nacional, en la UNAM.

Esta publicación, sin lugar a dudas, representó un oasis en el desierto de la información de aquellos años de finales del siglo XIX y principios del XX.

No es casual, por tanto, que este semanario haya nacido en 1896. La visión de de un hombre, pero también la creciente demanda por el conocimiento del deporte y los clubes de reciente creación, hacían intuir que la prensa tendría que dedicarle un espacio especializado ¡Ya!.

Lo que bien es cierto, es que el deporte y la prensa deportiva llegaron para quedarse y durante los siguientes años y con la llegada de la Revolución primero y de los gobiernos posrevolucionarios después, la oferta deportiva se fue incrementando y terminó por alcanzar a todas la clases sociales.
Nacieron varias publicaciones: Rojo y Gualda, Arte y Deportes, Arte y Sport, Teatro y Deportes, Toros y Deportes, Mefistófeles, o secciones especializadas en deportes como los “hechos del sport” del Imparcial y la sección del Mundo Ilustrado.
De la misma forma, surgieron grandes plumas: Mario Fernandez “Don Facundo”, armado con una pluma ágil y punzante, maestro de la ironía, llenó de color el blanco y negro de las letras para darle un cariz diferente al fútbol escrito. No olvidemos tampoco a personajes como “Fray Nano”, “Kanta Klaro”, “Fray Kempis!, “Susasú” y “Guardameta” plumas maestras que preferían guardarse en el anonimato aunque muchos de ellos son ampliamente reconocidos por su trayectoria.
Es gracias a estas publicaciones, que comenzamos a abrirnos camino para historial al fútbol, ya que el registro de los primeros años, salvo por algunos libros como el Libro de Oro del Fútbol Mexicano de Cid y Mulet de principios de los 60 o los pocos documentos que al respecto encontramos en archivos como el del CESU, en la UNAM, son importantes pero, escasos.
La prensa mexicana aunque muchas veces subjetiva, nos abre un rico panorama para conocer o esclarecer algunos de los hechos que han dado vida al fútbol mexicano, sobre todo en sus primeros momentos.
Representa el recurso inmediato a las fuentes primarias, nos muestra, a través de los diferentes diarios el contraste de la información, y para los que nos dedicamos a esto, termina siendo el principio de todo, mediante la selección de los materiales, la investigación como motor de la historia y, sobre todo, la narración con su lenguaje propio que imprime cada uno de los columnistas, de aquello que están viviendo al momento, para plasmarlo en el papel para dejar el legado, sin saberlo, de su historia contemporánea.
La historia, no es objetiva. No puede serlo. Siempre termina por ser una preconcepción, de donde se toman los datos y de la manera de verla por parte del historiador. Es, por tanto, comprensible que la historia muchas veces se tergiverse, vamos tomando esa gran cantidad de hechos, de datos y les damos forma. Para decidir cuales de ellos son relevantes y cuales no. Por eso, es tan importante tener materiales diversos para poder recrear la historia lo más apegado a la verdad.

Poco a poco, el fútbol se fue convirtiendo en uno de los fenómenos sociales más importantes del siglo XX. El mundo, comenzó a moverse al ritmo del balón.
En las colonias más ricas o en las vecindades más marginales, entre blancos, morenos o negros, en los colegios y en las fábricas, el fútbol se apoderó de grandes espacios.
Gracias a ello, surgieron otras publicaciones, lo que nos ayuda a los historiadores a ampliar nuestro panorama de investigación, una publicación de gran importancia para esto, fue el nacimiento de La Afición, un periódico comprometido en su totalidad con el deporte. Surgió como semanario en 1930, posteriormente salía dos o tres veces por semana y finalmente ante la gran aceptación, se hizo diario, bajo la dirección siempre acertada de Alejandro Aguilar Reyes, Fray Nano. Y que decir de Fútbol en 1933, una revista magistral que combina las fotografías de Adalberto Arroyo, tal vez el más grande fotógrafo de fútbol en México con los textos de Francisco Martínez de la Vega, “Pioquinto”, un joven e inteligente periodista que años más tarde sería un destacado político de nuestro país.
Posteriormente nacerían otras publicaciones deportivas, como Esto y Ovaciones, pero sin lugar a dudas, La Afición y Fútbol, tienen un espacio importante entre los investigadores de la historia del fútbol en México.
Voy a hacer un paréntesis para contarles una anécdota curiosa, que nos muestra la importancia que el fútbol había adquirido, que hasta la mercadotecnia se hizo presente de manera muy ingeniosa, por ejemplo, en la reinauguración del Parque España a finales de 1933, antes de comenzar el encuentro entre el España y el Atlante llego un número importante de empleados de la compañía Monticello Drugs y se sentaron entre los aficionados, pero pocos minutos antes del inicio del encuentro, a una señal, comenzaron a repartir productos medicinales de la compañía. El hecho llamó la atencion porque este tipo de publicidad no se había visto en México, a tal grado que la prensa recogió el hecho como una curiosidad, La Afición, por ejemplo comentó al día siguiente:
"Antes de comenzar el encuentro entre los primeros equipos del España y el Atlante numerosos empleados de la Monticello Drugs Co. repartieron entre la multitud ese maravilloso producto de la medicina moderna...

...Pero ¿Qué podríamos decir nosotros de la dinámica e inteligentísima señora Francisca Salas? Esta dama...Gerente de la Monticello Drugs se encargó personalmemente de la dirección técnica de este hit de publicidad, que señala una época nueva, un camino a seguir en todos los sistemas de propaganda llevados a cabo en la capital de la República hasta la fecha. Procedimiento que indudablemente habrán de practicar las grandes empresas mexicanas si desean alcanzar el buen éxito de la señora Francisca Salas para sus negocios...".

Los diversos medios comprendieron que el fútbol avanzaba a pasos agigantados, uno de ellos, el que comenzó a tener mayor importancia entre la población por aquellos años: La radio, decidió también aprovechar lo que el fútbol cosechaba.
La radio se convirtió en un vínculo entre los aficionados y el fútbol en la década de los treinta y en la de los cuarenta. Muchos de ellos, solamente podían seguir a sus ídolos a través de este medio. En la capital y en provincia, se valían de la radio para conocer resultados al momento los domingos por la mañana, o para escuchar alguna de las esporádicas entrevistas que se hacían a los futbolístas tanto nacionales o a los extranjeros que visitaban tierras mexicanas.
Agustín González "Escopeta", Mario Fernández "Don Facundo, Alfonso Sordo Noriega, Fernando Marcos y Julio Sotelo "As", fueron algunos de los grandes cronistas de la radio que alegraban los corazones de los aficionados que gustosos esperaban la transmisión del partido de fútbol.

Las voces, las reseñas tan particulares, daban un matiz diferente al encuentro, tornándolo en diversas ocasiones muy emocionante, cuando en la propia cancha no lo era tanto.

En 1934, la radio transmitía por primera vez una eliminatoria de Copa del Mundo. "Don Facundo", con los cables que le llegaban desde Roma armaba para el aficionado de la X.E.Y.Z. los pormenores del encuentro. Los aficionados sufrieron cuando el célebre cronista daba la mala nueva de la derrota de nuestra selección a manos de los norteamericanos en la inauguración del estadio fascista. A través de la radio, supieron como Donelli, un ala cerrada de fútbol americano convertido en futbolista, clavaba cuatro goles al equipo de todos y dejaba a México sin mundial.

La final del Campeonato Nacional celebrado en 1936 en Guadalajara, era transmitida por la X.E.F.O. a la ciudad de México por quien años después sería llamado el decano de los cronistas Agustín González "Escopeta" y que en esos años apenas comenzaba. La transmisión, fue costeada por el gobernador del estado Everardo Topete pensando que el D.F. sería apabullado por Jalisco y quería que todo México se enterara. Al final, un rotundo 4-1 sobre los locales, llenaba de algarabía a los aficionados del Distrito Federal.

En 1937, la X.E.W. transmitía los "Conciertos de la cerveza Marca Monterrey, tipo Lager" los martes, jueves y sábado de 11:00 a 11:45 de la noche dirigidos por el gran Alfonso Sordo Noriega. Uno de los programas con mayor audiencia fue el del jueves 11 de marzo, en el que el invitado especial fue el defensa Carlos Laviada. El teléfono ericcson no dejó de sonar antes, durante y después del programa. Afuera de la estación, los aficionados permanecían en centenares esperando ver de cerca al recio defensa mexicano que acababa de llegar de España, en donde había jugado dos años con el Oviedo.

La radio creció tanto en importancia dentro del fútbol, que los equipos de la entonces Liga Mayor hoy llamada Primera División decidieron en 1939 que esta era la culpable de que los aficionados asistieran cada vez en menor número a los estadios.

Consideraban que transmitir los juegos perjudicaba sus intereses. Al parecer, los aficionados encontraban demasiado sabrosas las sabanas los domingos y preferían escuchar al pintoresco "Escopeta", al gritón Sotelo o al audaz Sordo Noriega que asistir al campo de juego que, para muchos, representaba un viaje de hasta dos horas por la distancia que tenían que recorrer. La radio -es cierto- había logrado un gran negocio con el fútbol, pero también contribuyó para acrecentar el número de aficionados al deporte de las patadas.

La Liga Mayor, reglamentó entonces la transmisión de juegos. Antes cada estación podía mandar su propio locutor y reseñar un partido que uno podía escuchar en la estación que deseara con su cronista favorito.

A partir de este año, la estación que pagara más es la que podía transmitir, además de que la propia Liga decidía si el partido se transmitía o no de acuerdo a la venta de boletos.

Como para toda regla existe una excepción, en 1940, la X.E.B. y su radio locutor exclusivo Julio Sotelo marcarían una pauta al elaborar un noticiero meramente futbolístico que transmitía noticias de este deporte en cápsulas de quince minutos tres o cuatro veces a la semana. Es así como se trataba de mantener un informe constante inclusive a la hora de los partidos. Un enviado por Julio Sotelo asistía al estadio y cada determinado tiempo, asomaba la cabeza por la barda para indicar al gran Sotelo como iba desarrollándose el encuentro. Así, sin micrófonos en la cancha y sin contravenir las órdenes de la Liga Mayor, y sin pagar un solo centavo, Sotelo –quien trasmitía desde un coche estacionado afuera del inmueble- informaba con toda oportunidad del desarrollo del encuentro.

Inclusive, se escuchaba el grito de gol de los aficionados que estaban a tan solo algunos metros de distancia dentro del campo.

Durante los años 40’, con la entrada de la provincia al concierto futbolístico, la radio se hizo imprescindible para llevar al creciente público las incidencias de su deporte favorito. La Liga Mayor había encontrado el negocio de su vida, recibiendo dos grandes partidas en cada encuentro; una por concepto de entradas, la otra por el derecho de transmisión. Solo superaría su auge años después, con la entrada de la televisión...

Hoy en día, encontramos decenas de canales que transmiten partidos de fútbol, ya sea por los abiertos o los de cable, podemos acceder a partidos de prácticamente las mejores ligas a nivel mundial.
Actualmente, es de lo más común escuchar de los contratos millonarios que se manejan en la transmisión de los partidos, pero hacia la primera mitad del siglo XX, en los albores de la televisión mexicana, esto era más que impensable. El futbol era visto como un deporte con una cauda creciente de seguidores, pero se desestimaba como un negocio.

Fue en 1956, cuando en México se llevó acabo el II Torneo Panamericano de Futbol, que cuatro años atrás se había jugado en Chile. Era el primer torneo internacional oficial de magnitud que organizaría nuestro país del 26 de febrero al 17 de marzo de aquel año.

Escuadras como la de Brasil, Argentina, Chile y Perú llegaban con lo mejor de su futbol sudamericano. México, los recibía con la ilusión de hacer un buen papel en casa con hombres como Jaime "Tubo" Gómez, Alfonso Portugal, Raúl Cárdenas y Pedro Nájera, Alfredo del Aguila, José "Chepe" Naranjo, Carlos Calderón de la Barca, Antonio Jasso, Salvador Reyes y por supuesto el incansable héroe de mil batallas Horacio Casarín.

El primer partido en disputa fue un México-Costa Rica y aquí se dió un hecho sin precedentes. El estadio de C.U. -entonces el mayor escenario en México- se abarrotó al máximo. A las afueras del inmueble más de ¡40,000 personas sin boleto¡ pretendían entrar y presenciar el partido y las autoridades fueron insuficientes para contener los ríos de gente que empujaban y se colgaban de las bardas causando un sinnúmero de lesionados. Los siguientes partidos no difirieron de este, miles de espectadores clamaban por un boleto, pero todos los de la serie estaban agotados.

Era tal el furor causado que el Departamento del Distrito Federal a través de la Oficina de Espectáculos Públicos pidió a telesistemas de México (hoy Televisa) que transmitiera los encuentros. Los directivos se encontraban renuentes; era algo que nunca se había hecho, pero aceptaron al ver que era incontrolable el número de aficionados.

Por primera vez en México el futbol se vería y escucharía a través de un aparato de televisión. ¡El éxito fue inmediato! Se alcanzaron los raitings más altos hasta entonces y en cada encuentro los mismos aumentaban.

Emilio Azcárraga Milmo, el magnáte televisivo sin salir de su sorpresa y dilucidando el potencial que tenía en sus manos adquirió tres años después al equipo más importante de la capital y uno de los de mayor número de seguidores en el país: El América.

Llenó entonces los espacios televisivos de fútbol, hizo al América a través de los medios al equipo más odioso, pero el que mejor vende.

A partir de entonces, la transmisión de los partidos de la liga nacional se ha convertido en uno de los negocios más exitosos de México...
Hoy en día, los medios se han apoderado del bello deporte que es el fútbol. Sabemos que el partido se programa en el horario que a la televisión convenga. Si no cuentas con televisión restringida, no puedes acceder a muchos encuentros, sobre todo los clásicos locales, como el Chivas-Atlas en Jalisco o el Tigres-Monterrey en la Sultana del Norte.
Ya sea por periódicos y revistas, radio, televisión y en los últimos años por internet, la manera de ver al fútbol ha cambiado, lo que no ha cambiado es la pasión que genera y que nos tiene hoy aquí, para hablar de este bello deporte que es el fútbol…

LAS MENTIRAS DE AGUIRRE

Los mexicanos somos muy dados a espantarnos de las verdades. Javier "El Vasco" Aguirre comentó para una de las cadenas más importantes del Viejo Continente que México estaba jodido, hablando de las condiciones para vivir, la inseguridad y un sin número de verdades que ofendieron a muchos mexicanos.

Tal vez la forma no fue la adecuada, dicen que hay que decir lo que se piensa, pero primero pensar lo que se dice, sin embargo, yo por mi parte aplaudo que alguien diga la verdad y que no quiera tapar el sol con un dedo. No podemos ocultar todo lo que pasa en este país y en lo personal considero que en los últimos 200 años de historia -ahora que estamos festejando el bicentenario- los momentos más trágicos de esa historia no son ni la Revolución ni la Guerra Cristera o la lucha intestina ante la búsqueda de Independencia. ¡No! Lo verdaderamente trágico son estos últimos 80 años (70 del PRI y 10 del PAN) en los que los mexicanos en pobreza extrema se cuentan por millones y las muertes violentas igual.

Con estos gobiernos postrevolucionarios, verdaderamente estamos JODIDOS.

Cabe preguntar ¿Qué festejamos en el famoso bicentenario? Tendríamos que dilapidar fuertes cantidades en festejos o deberíamos aspirar a mejorar como nación, como sociedad, como mexicanos...