viernes, 4 de marzo de 2011

LA VIOLENCIA EN EL DEPORTE

PONENCIA: LA VIOLENCIA EN EL DEPORTE
MESA: LAS DISTINTAS ÁREAS DEL PERIODISMO
TÍTULO:“La guerra en los medios. Las caras del conflicto”

LA VIOLENCIA EN EL DEPORTE.
Carlos Calderón Cardoso

Podríamos definir la violencia como el uso o la amenaza de la fuerza física o psicológica con intención de hacer daño de manera recurrente y sobre todo como una forma de resolver los conflictos. La violencia tiene relación con la agresividad y la agresión tiene una base psicológica en la frustración, pero para que esto desemboque en acciones violentas concretas deben combinarse una serie de características que obedecen a un complejo conjunto de elementos personales, sociales y culturales.

La violencia se manifiesta de manera multidimensional, es por ello que para explicar este fenómeno es necesario considerar los distintos factores que interactúan: por un lado, aquellos relacionados con la situación social, económica y cultural y por otro, los de carácter contextual e institucional.

El incremento de la violencia en sus distintas manifestaciones produce en la población un creciente clima de inseguridad y una pérdida de credibilidad en las instituciones de la sociedad y afecta los derechos básicos de las personas constituyéndose en un obstáculo para el desarrollo personal y social.

Para poder observar con amplitud el problema de la violencia, tendríamos que identificar algunas de las causas que la generan. Podemos enumerar factores que inciden significativamente y contribuyen a generar esta situación inédita, aunque no sean los únicos determinantes de este fenómeno: el incremento de la población en situación de pobreza y de alto riesgo social, la difícil situación laboral, las condiciones de exclusión de amplios sectores , la imposibilidad de participar y acceder a los bienes económicos, políticos y culturales que la sociedad produce y la desintegración de los vínculos sociales, entre otras, afectando al conjunto social.

Podemos afirmar que el deporte es parte inseparable de la cultura y educación de los pueblos. Para nosotros significa una parte importante de nuestras vidas; esto se demuestra en la pasión que le ponemos al practicarlo y al asistir a diferentes espectáculos y eventos deportivos.

El problema de la violencia en la vida del hombre no es nuevo. Es sabido que desde la Edad de Piedra, el hombre se preparó para enfrentar los obstáculos que la naturaleza le fue poniendo en su camino, para convertirse en el amo y señor del planeta. Desde los inicios de la vida social, existieron peleas y guerras en las que los hombres participaron. Desde las lanzas, arcos y flechas, hasta la pólvora y las bombas nucleares y bacteriológicas, el hombre fabricó armas para sostener esas guerras.

Es verdad, sin embargo, que el siglo XX fue el más violento de todos. En los últimos años los grandes cambios sociales y políticos que han atravesado nuestras sociedades han dejado fuertes modificaciones en la estructura social y su dinámica. Es significativo observar cómo este problema afecta a todos los ámbitos sociales y culturales, incluyendo al deporte.

Ahora bien, la violencia que la encontramos desde los ámbitos más cercanos y simples y que van desembocando en formas más complejas, desde la familiar, física, psicológica, sexual, política y hasta la institucional, va desarrollando una cultura del miedo: cualquiera de nosotros en algún momento de nuestras vidas ha sentido o experimentado algún tipo de violencia.

Estas experiencias se traducen en temores, "que actúan sobre las redes sociales generando víctimas indirectas, aquellos que no han sido afectados por las manifestaciones de violencia pero cuyo temor los lleva a producir cambios en sus hábitos, conductas y costumbres en detrimento de su calidad de vida", originando una sensación de inseguridad en lo cotidiano, en las personas, en la sociedad, en pueblos enteros y en el mundo mismo, cuando esta violencia trasgrede los espacios y desemboca en conflictos internacionales, en guerras.

El deporte, parte intrínseca de la sociedad, se ha visto afectado por esta violencia que afecta al ser humano en todos sus ámbitos. Habaré del futbol que es el deporte que me concierne por dedicarme profesionalmente a su investigación. Después de finalizada la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, los encuentros internacionales de futbol se restablecieron entre los países aliados, mientras que los del bando contrario, quedaban excluidos de manera tácita. Cuando se planteó la posibilidad de realizar una Copa del Mundo, algunos países como Inglaterra exigieron en la reunión de Amberes, que el campeonato llamado Mundial, solamente podía realizarse con países aliados y neutrales, pero no con los “enemigos” (se llamaba enemigos a futbolistas que tal vez nada tuvieron que ver con la guerra). Tal propuesta fue rechazada, por lo que los representantes de Inglaterra dimitieron de participar en la Primera Copa del Mundo de 1930 al no ser admitida su petición, generando un tipo nuevo de violencia cuando el conflicto ya había concluido, una violencia de presión.

El Mundial de 1938, realizado en Francia, vivió diferentes momentos buenos y malos, pero lo más sensacional de aquella competencia, lo protagonizaron sin duda Alemania y Austria. El 5 de marzo de aquel año, tres meses antes de iniciarse la Copa del Mundo, los organizadores se reunieron en el Ministerio de Asusntos Exteriores de Francia con los representantes de Alemania y Austria en un intento deportivo de evitar el enfrentamiento bélico, todo parecía marchar con normalidad y los organizadores salieron satisfechos de dicha reunión. Sin embago, un mes después, el 12 de abril, justo cuando se confeccionaba el calendario según el cual Austria y Suecia deberían enfrentarse el 5 de junio durante los cuartos de final, se recibió una llamada importante de la Federación Alemana para anunciarles, que como consecuencia del “Anschluss”, la Asociación de Austria acababa de dejar de existir como tal y por tanto renunciaban a participar en la justa francesa. El Anschluss, no era sino la decisión de Alemania dirigida por el austriaco Adolfo Hitler de invadir y anexionar a territorio germano a la bella Austria. Por tanto, el III Reich consideró como propios a los jugadores austriacos, por lo que incorporó a las estrellas de aquel país a la selección alemana durante la Copa del Mundo, sobre advertencia, que de no participar, serían vejados. Lamentablemente, el futbol comenzaba a ser influido, presionado y agredido por la política, la violencia y el terrorismo.
Pero, tal vez la peor tragedia de aquellos años bélicos, fue la experimentada por los jugadores del Dinamo de Kiev, quienes en plena guerra supieron que el futbol era para los nazis cuestión de estado. En Ucrania, en plena ocupación alemana, fueron forzados a jugar contra una selección de Hitler en el estadio local y les advirtieron: si ganan se mueren. Entraron resignados al campo de juego sabiendo que tenían que perder, pero no pudieron aguantarse la dignidad que les daba su camiseta y su país y derrocaron a los teutones ante la indignación de los máximos dirigentes. Sobra decir que los once fueron fusilados con las casacas bien puestas en lo alto de un barranco minutos después de que el partido concluyó.
Lamentablemente el deporte de una u otra forma siempre se ha visto inmerso en la guerra, unas veces para mal y otras para bien. Un caso de esto último lo tenemos en el año de 1934, cuando Bolivia y paraguay se destrozaban en la Guerra del Chaco por un pedazo de tierra desértico, la Cruz Roja paraguaya formó un equipo de futbol que disputó varios encuentros en territorio argentino y uruguayo, incluyendo un encuentro contra pacifistas bolivianos. El dinero que se juntó con dichos partidos, que fue bastante por cierto, se utilizó para atender a los heridos de ambos bandos en el campo de batalla.
Tres años después, en 1937, la guerra Civil española enfrentó ahermanos ibéricos que se hacían trizas entre ellos. Mientras el general Franco destrozaba la república española, dos conjuntos futboleros servían de bandera a la resistencia democrática. Una selección vasca recorría Europa y América y el club Barcelona, disputaba series en Estados Unidos y México, los primeros con la misión propagandística en favor de la República y con la intención de recaudar fondos para sus hermanos que caían cruzados por las balas. Mientras que el Barcelona, cuyo presidente había sido fusilado por los franquistas, llevaba el mensaje de la democracia y la desesperanza del pueblo español en su paso por diferentes canchas del continente americano. Ambos, -comenta Eduardo Galeano en su libro El futbol a sol y sombra, “encarnaron en los campos de futbol y también fuera de ellos, a la democracia acosada”. Cuando triunfó el franquismo, la FIFA que supuestamente debía defender la integridad de los futbolistas, declaró en rebeldía a los jugadores exiliados y los amenazó con la inhabilitación definitiva sino se reportaban inmediatamente con su federación.
El Real Madrid junto con sus dirigentes pro franquistas, se convirtieron en el equipo favorito del régimen y la contratación de grandes estrellas no se hizo esperar, claro, con fondos gubernamentales. El club Modelo del franquismo, dominó Europa con sus títulos en las décadas siguientes y atrajo más adeptos al régimen con sus goles que con el himno Cara al Sol.
En 1956 varios jugadores húngaros como Kubala, Puskas, Czibor y Kocsis, fueron sancionados un año por FIFA por jugar en un equipo exiliado cuando huyeron de su país ante la invasión soviética que aplastó a la insurrección popular del país magyar.
En 1958, en plena guerra de independencia, Argelia logró conformar una selección que por primera vez vistió los colores nacionales, sin embargo, la mayoría de sus elementos jugaban profesionalmente en Francia y -nuevamente la FIFA- y la Federacción gala, decidieron vetarlos. La Federación Internacional de Futbol Asociación, cerró todas las puertas a los argelinos, quienes solamente pudieron disputar un encuentro frente a Marruecos, país que por semejante “pecado”, había sido desafiliada de FIFA unos años antes. Vemos un caso de violencia institucional.
Hablemos de otra forma de violencia y discriminación. El racismo.
El racismo es una teoría fundamentada en el prejuicio según el cual hay razas humanas que presentan diferencias biológicas que justifican relaciones de dominio entre ellas, así como comportamientos de rechazo o agresión. El término 'racismo' se aplica tanto a esta doctrina como al comportamiento inspirado en ella y se relaciona frecuentemente con la xenofobia y la segregación social, que son sus manifestaciones más evidentes.
En el deporte, desgraciadamente también existe el racismo. En 1916 en el primer campeonato sudamericano, Uruguay jugó frente a Chile, al que goleó 4-0. Los representantes de Chile, pidieron la anulación del encuentro porque la selección charrúa había alineado a dos negros: Isabelino Gradín y Juan Delgado, ambos, bisnietos de esclavos africanos, ambos, por supuesto nacidos en Uruguay. La controversia cesó cuando, con papeles, demostraron su procedencia, pero el racismo estaba ahí, cuando nadie podía creer que por ser negros pudieran ser uruguayos.
En Brasil, país que se ha destacado por la magia de su juego, y donde sus jugadores de color maravillan al mundo, en las primeras décadas del siglo XX eran hechos, sin más, a un lado. En 1921, la Copa América se realizó en Argentina. Epitácio Pessoa, presidente de Brasil determinó un mandato de blancura, en el que se especificaba que ningún jugador de piel morena podía pertenecer a la selección nacional, por razones de prestigio patrio. Ante esta discriminación, el conjunto brasileño perdió sus encuentros plagado por elementos blancos en una época que era un crimen ser jugador negro en el futbol carioca. Tiempo después, el futbol de aquel país, aún a pesar de personajes como Pessoa, se tiñó de colores y gracias a su talento y multicolorido racial, que es hoy en día el parteaguas del futbol mundial. Los mejores jugadores en la historia del balompié brasileño, han sido negros, desde Friederich (un mulato hijo de alemán y de una lavandera negra), hasta Romario, pasando por Leónidas, Didí, Garrincha y por su puesto el rey de todos: Pelé. Sin embargo, en deportes de ricos como el tenis y el automovilismo, es significativo que nunca, un negro, ha sido campeón nacional, por lo que aún hoy en día, vemos que en general, el negro tiende a estar por debajo del blanco en la escala social del Brasil.
El antisemitismo que representa una de las formas más extremas y violentas del racismo, llegó al paroxismo con el nacionalsocialismo, responsable del genocidio de los judíos durante la II Guerra Mundial. La valorización sistemática de la idea del dominio de una 'raza superior', que constituía la base ideológica del Holocausto, engendró fenómenos de rechazo (segregación, creación de guetos), de avasallamiento (trabajos forzados), de expulsión (desplazamiento de poblaciones) y finalmente llevó al genocidio.
El caso más significativo de “raza superior” se dio durante la Olimpiada de Berlín. Realizados en 1936, los Juegos Olímpicos denostaron un claro ideal racista, los atletas alemanes preparados desde su niñez, tenían el fin de pasar por encima de todos aquellos que no fueran blancos, altos y puros. Claro que el guión no estaba escrito y un negro norteamericano, Jesse Owens fue la gran figura de una olimpada hecha por blancos para ser ganada por blancos. Owens obtuvo cuatro medallas de oro en los 100 y 200 metros, salto de longitud y relevo 4x100 demostrando que la supuesta superioridad, eran puras pamplinas.
El equipo danes Farum, en pleno siglo XXI, no contrata negros "Esos jugadores, comenta el entrenador Christian Anderson, proceden de otra cultura futbolística, y nosotros no estamos preparados para integrarlos ni queremos emplear nuestros recursos en hacerlo".
Cuando Freddy Rincón pasó a las filas del Real Madrid, hace unos años, fue insultado y abucheado por la afición radical del equipo. Se dieron pintas en las paredes del estadio insultando al mediocampista internacional al que no le quedó otro remedio que marcharse del equipo.
El defensa brasileño, Julio César, también tuvo que soportar actos racistas, pero esta vez en Alemania, mientras jugaba en el Borussia Dortmund, que tuvo que poner un alto a este grupo de supuestos aficionados claramente identificados, negándoles la entrada al estadio.
En el fútbol italiano, el jugador negro de origen holandés, Clarence Seedorf, que milita en las filas del Inter de Milán, tuvo que soportar noventa minutos de insultos y pitidos mientras su equipo disputaba un partido en el campo de la Lazio.
Por el contrario el equipo de segunda división, Hannover 96, es el primer club de fútbol alemán en sacar tarjeta roja a los neonazis, al anunciar la prohibición de todo símbolo, palabra y afiche racista en su estadio en Hannover.
"Queremos poner de manifiesto nuestra oposición al racismo y a la violencia", declaró el jefe del club, Martin Kind. Toda persona que no cumpla con la prohibición en el estadio de Hannover "Niedersachsen-Stadion" será excluído por el resto del partido. Si la persona inflinge esta prohibición por segunda vez, podría recibir una exclusión del estadio durante dos años.
Hoy en día, en pleno siglo XXI, la violencia, el racismo, la xenofobia, la guerra y el terrorismo mundial asola nuestra cotidianeidad. El atentado del 11 de septiembre a las torres gemelas de Nueva York y al Pentagono, así como el contrataque estadounidense no solo al régimen talibán sino a una nación completa no es sino una respuesta a la violencia ancestral, a la xenofobia, al racismo, a la diferencias religiosas, políticas, económicas y al sentido de superioridad que cada parte siente sobre la otra. En este sentido, el que el deporte norteamericano quedara sin el protagonismo que normalmente ostenta, pasa a un segundo plano, lo que debe interesarnos es crear una cultura sin violencia que permee a todos los ámbitos sociales, políticos, económicos, intelectuales y desde luego deportivos. Crear un respeto por el individuo que está a un lado de nosotros, comenzar por ahí para poco a poco, respetar a todos los demás que nos rodean, concientizarnos que todos pensamos diferente y que las distintas religiones, no son mas que formas diferentes pero cada una respetable, de alabar a un dios para sentirse uno bien consigo mismo.

Tomemos 22 hombres, de diferentes razas, credos, idiomas y condiciones físicas y sociales, pongámosles un balón enfrente y todos sin chistar sabran que hacer con él y cuando un gol se pose en la meta contraria, los once miembros del equipo anotador reirán, se felicitarán y celebrarán como hermanos aquel gol. El futbol traspone todas las fronteras, todas las barreras de lengua o raza. Jean Giraudoux dijo que “en nuestro universo actual, donde todas las naciones se han convertido en nacionalistas y se rodean de murallas –de aranceles u odios- tan sólidas como las de China, no hay más que dos organizaciones de carácter internacional: la de las guerras y la de los juegos” Creo que ha llegado el momento de apostar más por esta última que por las primeras. El deporte es símbolo de paz universal entre todas la razas y clases sociales, basta un balón para que las diferencias desaparezcan y el hombre se vuelva semejante a todos los demás hombres. Si los conflictos mundiales: políticos, sociales, económicos pudieran arreglarse con un penalty, todos felices y tranquilos, al terminar la jornada nos levantaríamos de la butaca, estrecharíamos la mano del contrario y nos iríamos a casa, con la satisfacción de haber cumplido…