viernes, 21 de mayo de 2010

LA CHILENA



LA CHILENA

Corría el año de 1922 cuando en la cancha de Talcahuano, un puerto chileno, un hombre llamado Ramón Unzaga, decidió que el fútbol era un arte que no podía quedarse con lo básico: correr tras la pelota y tirar a un arco, muchas veces desvalido por las malas salidas del portero. Tenía que haber algo más, nuevas jugadas, nuevas formas de conseguir la meta de anotar un gol.

Unzaga, que gustaba de las cabriolas y las volteretas decidió un día aplicarlas en la cancha. Su equipo perdía por dos goles. El portero enemigo con el balón en las manos despejó como tantas otras veces hacia un compañero. Unzaga estaba cerca y la bola lo había techado, pero se volvió rápidamente y dando la espalda a la meta miró detenidamente el esférico. Más no podía voltearse. No se volteó. ¡No!

Ahí de espaldas al marco voló en el aire, empeinó la pelota con su pie izquierdo y dando una maroma hacia atrás la mandó hacia la portería. El balón viajó directamente al ángulo superior derecho y se metió sin que el portero hiciera otra cosa que mover los brazos y mirar como todos los ahí presentes ¡Asombrado!

Ese día, entre los asistentes estaban los hermanos Arellano quienes tres años después serían los fundadores de uno de los equipos de mayor tradición en el fútbol chileno: El Colo Colo.

David Arellano se dio a la tarea de practicar aquel lance: parado sobre un plano, lanzaba el balón en forma recta por encima de su cabeza y recostándose en el aire golpeaba él mismo en su descenso voleándola hacia atrás con alguno de sus pies encorbando los dedos hacia adentro para que el esférico no saliera hacia arriba, sino que se dirigiera justo hacia la portería.

Al efectuar esta jugada, invariablemente se cae sobre la espalda, por lo que las manos son parte fundamental para amortiguar el golpe, así como caer primero con la parte alta de la espalda, apenas abajo de los hombros.

En 1927, el Colo Colo realizó una gira por América -incluyendo México- y por Europa. Fue en España donde David Arellano cautivó a miles de aficionados con la famosa jugada y la prensa ibérica no dudó en bautizarla como "chilena', por ser su creador un andino.

A lo largo de la historia, la chilena o tijera sigue gustando a propios y extraños. Sin duda, uno de sus máximos exponentes ha sido el mexicano Hugo Sánchez, a tal grado que en su paso por España fue sello característico de sus goles, como aquel que le hizo al Logroñes que fascinó al mundo entero. De tal forma que si en la Madre Patria le dieron el título de chilena hace muchos años, se sintieron con el derecho de cambiarlo: cuando uno ve la jugada en aquel país se dice que acaban de realizar una huguiña.

Llamémosla como queramos, pero no dejemos de admirarla…

miércoles, 12 de mayo de 2010

LOS CACHIRULES


Les comparto una colaboración que realicé para Mediotiempo.com y que trata sobre el término Cachirul, tan en boga en el fútbol.

En el futbol, sobre todo en el mexicano, es muy común escuchar que algún equipo o Selección Juvenil metió cachirules, haciendo énfasis en que lo que ocurrió es que jugó con uno o más elementos pasados de la edad permitida.

En nuestro país, a mediados de al década de los años 50 comenzó a utilizarse esa palabra para definir a esos jugadores tramposos, sin embargo el término nos viene de Uruguay.

Una década atrás, en 1942 para ser más precisos, surge en Sudamérica una historieta que se haría muy popular, escrita por Geoffrey Foladori "Fola": "Pelopincho" y "Cachirula", que trataba de un niño y una niña que convertían todo en un lío. A la niña, le encantaba disrazarse con adornos y con peinados exóticos, mientras que el niño era todo un geniecito.

A estos niños-adultos, no se les podía calcular la edad, porque lo mismo mostraban juguetes inantiles, que administraban el hogar, cocinaban, planchaban, escribían o manejaban sus propios coches. En su ropa, también se notaba esto, Cachirula podía salir con vestidito de niña, pero con sombrero de plumas, como de dama antigua, o con su famoso moño en la cabeza cuando ralizaba una tarea doméstica. Por eso, cuando un jugador ya mayor se trata de hacer pasar por uno de menor edad se le llama Cachirul.

En México, no podemos olvidar a Enrique Alonso, surgido unos años después de aquella revista sudamericana que adoptó el sobrenombre de Cachirulo, en su exitoso programa Teatro Fantástico, que se transmitía todos los domingos por canal 2, sin embargo, este personaje lo que hacía era ponerse una peluca naranja e inventar cuentos realmente fantásticos, y nada tiene que ver (por lo menos directamente) con el término de Cachirul.

Nota: Los cachirules más famosos de que tenemos memoria fueron los descubiertos en abril de 1988, cuando la Selección Juvenil Mexicana jugó con cuatro elementos que rebasaban el límite de edad estipulada en los reglamentos: Aurelio "coreano" Rivera, Gerardo Jiménez, José Luis Mata y José de la Fuente. Dos meses después de destaparse la cloaca, México fue inhabilitado dos años de toda competencia mundial en futbol, inclusive del Mundial de 1990.