jueves, 29 de abril de 2010

IÑAKI



Comparto un poema en prosa que le hice a mi hijo ahora que recién cumple 12 años.

IÑAKI
Son tan frágiles los recuerdos, pero uno siempre está en mi mente, esa sonrisa tan diferente como si de antes te conociera.
Saliste apenas del vientre y ya iluminabas mi vida, con tus ojitos, esa carita, con tu sonrisa, con tus manitas.
¡Ah! ¡Que bellos momentos! ¡Inigualables! Tus movimientos, los pataleos, los gasecitos y los pucheros. Esos primeros recuerdos los atesoro y en mi corazón ¡Creeme! Están bien guardados.
Es algo que nadie podrá arrebatarme. Es algo que sólo es mío y ahora ya casi adolescente, valoro que seas tan buen niño.
Cuando te bañaba y tu risa me ofrecías. Con ella pagabas cada momento en el día. Nunca vi un niño así, tan alegre, tan despierto, siempre alerta, siempre sonriendo.
Eres tan noble y tan inteligente que no se que hice de bueno para merecerte. Cada día me demuestras con tus acciones y con tus virtudes que ser padre es muy fácil, sólo se requiere un hijo como tú…
Piensas en todos y a todos quieres, siempre preocupado por los demás. El mejor nieto, el gran hermano, un buen sobrino y como hijo ni que decir.
De tus amigos, eres hermano y de ninguno tu hablas mal y los defienden si les hacen daño y me pides que los arrope si los tratan mal.
¿Qué más podía esperar de ti? Es simple. Que nunca cambies. Que crezcas y seas como eres: El que trata bien a las mujeres, el que piensa en cambiar al mundo, soñando, siempre soñando, acompañado por tus libros infaltables, creando nuevos horizontes, surcando en tu mente los mares, viajando hacia nuevos lugares y sobre todo, que esa sonrisa que Dios te dio, nunca se apague, nunca se niegue, nunca se canse de sonreir…

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