viernes, 24 de abril de 2009

LA INFLUENZA

La vida diaria en la ciudad de México es hermosa pero conflictiva. Miles y miles de capitalinos buscando lo mismo: transporte, trabajo, un lugar donde comer...

Es difícil llegar a un sitio -el que sea- y que obtengas lo que quieres de inmediato. Personas por todos lados, es sin lugar a dudas, una ciudad cosmopolita.

En estos días un tema ha captado la atención y puesto en alerta a toda la población: La Influenza porcina. Decenas de casos de una enfermedad rara, personas jóvenes en su mayoría que han caído en cama víctimas de este mal que inicia como una gripe común, pero que llega a tener inclusive desenlaces fatales.

El gobierno, temiendo una epidemia catastrófica, ha decidido tomar medidas de emergencia, la primera y creo que acertada, ha sido la de suspender las clases de alumnos desde preescolar hasta la Universidad. Así, de un jalón, mantiene a millones de capitalinos fuera del alcance de un virus que amenaza con cobrar muchas víctimas. El tener a los niños en casa, evita uno de los mayores contagios que ocurren de manera frecuente a través de alumnos enfermos que depositan sus gérmenes en compañeros por el contacto diario e inevitable. Si entre adultos, acostumbramos saludar ya sea de mano o de beso estemos o no enfermos, los más pequeños, acostumbran a estornudarte en pleno rostro sin el mayor recato. Pocos niños siguen las normas mímimas de higiene.

Esperemos que la medida sea eficaz y que no dure muchos días. Pues bien, cabe decir que hoy, cuando salí a la calle a buscar alimentos, la ciudad -o por lo menos la zona en donde vivo- estaba desierta.

Sí, el temor ante lo que pueda ocurrir o simplemente el hecho de no tener que salir con niños, obligó a miles de capitalinos a permanecer en sus casas y resultó una verdadera delicia llegar y no tener que hacer filas en las cajas del súper mercado y ver pocos automóviles en un horario que por ser el de la salida de las escuelas, generalmente es catastrófico.

Lamentable resulta que sea por un virus y no por otros motivos menos desagradables, pero en fin, así es la vida diaria...

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